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La pequeña y colorida Semana Santa de La Zubia

La Cruz Guía y el paso de la Borriquilla encabezaban la comitiva, que partió algo más tarde de las cinco de la Iglesia de la Asunción de La Zubia. Aunque la Semana Santa está cerca, no es para nada una procesión al uso.

Inma Sánchez

Miércoles, 20 de abril 2016, 10:44

Integrada por 140 niños y niñas de ocho años, acompañados de jóvenes con tambores y trompetas, además de padres, amigos y vecinos, el recorrido que hacen es pequeño, pero la impresión que sienten los que la siguen "es muy grande". Lo explica una de las vecinas que no perdía ocasión para inmortalizar al cortejo. Al final, la tarde acompañó, tras una mañana gris.

Noel de Jesús es un catequista venezolano, que iba de sacerdote y de blanco para la ocasión. Lleva un año en La Zubia y valora la pasión con la que se vive la Semana Santa en Andalucía, "con una imaginería más rica y expresiva que en el Norte", explica. Considera que la actividad es perfecta para que los niños vivan la Semana de pasión. Francisco Manuel Navarro tiene once años y toca el tambor. Forma parte de la Banda de Música del pueblo y le apasiona la Semana Santa. Tanto, que sale con la Hermandad de los Gitanos en Granada, en Málaga y en Archidona. Álvaro toca la trompeta, está en el conservatorio y también la vive con intensidad. Tiene hasta un álbum con todas las estampas. Solo le falta la de la Virgen de la Alhambra. José Antonio Sánchez domina el tambor y participa porque le animó su amigo Francisco Manuel Navarro. María Torregrosa es una de las catequistas y va indicando a los niños cómo deben colocarse. En la iglesia, antes de salir, alguien de la organización pide que "cada niño busque a su catequista y dejen el pasillo libre". José Fernández prefiere llevar el paso antes que ir de penitente, que fue lo que hizo el año pasado. Según Inma Pinel, catequista de la organización, la idea surgió para que los pequeños entiendan lo que significa la Semana Santa. Este el segundo año que se hace y, aunque los niños son los mismos, esta vez los pasos son cuatro. Antes de las cinco iban llegando padres y niños a la iglesia. Se vistieron, y cada uno fue ocupando su sitio, para caminar seguros por la calle Real hacia arriba. Ilusionados. Ataviados con sus hábitos morados y las mantillas negras de bolsas de basura, las peinetas de cartulina plastificada y los velos blancos con dibujos. El objetivo era disminuir los costes, aunque aumentó el trabajo, recapituló Inma Pinel. El año pasado los pequeños, de solo siete años, iban vestidos con papel pinocho. Se portaron tan bien e iban tan en silencio, que la organización optó por repetir para que "entiendan lo que es una estación de penitencia, que sepan que se puede rezar de muchas maneras. Una forma de demostrar tu fe", explicó la catequista. La comitiva estaba encabezada por la Cruz Guía junto al paso de la Borriquilla. Detrás la Virgen de los Dolores de La Zubia y el Cristo Crucificado. Todo hecho a mano, de cartón o de ramas de palma. Juan Carlos Curiel hace esta vez de capataz y lo que más le gusta de la Semana Santa son los crucifijos "porque me emociono mucho". De mayor quiere ser costalero. "No es un espectáculo", dice Pinel. Pero es espectacular. En cada parada, rezaban. Ahora el Padre Nuestro en la Plaza del Clero, después el Ave María. La saeta del Cristo de los Gitanos retumbaba al son de los tambores y las trompetas. Para disminuir el peso de los pasos los pequeños llevaban hombreras. Las madres ayudaron haciendo las mantillas, apurando las velas con el tubo de cartón del papel 'Albal'. Todos de la misma medida. La llama, de papel dorado y rojo; el Rosario, de hilo. Se han pasado cada día durante tres semanas con las mantillas, las peinetas, los vestidos y los hábitos de los penitentes. El resultado: más de tres cuartos de hora de colorida pasión.

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