PPLL
Viernes, 9 de septiembre 2016, 10:08
El estallido del cuadro de contadores alarmó a los vecinos del inmueble de la calle Santa Ana número 2-14. Tras el incendio y la humareda, quince de los treinta vecinos lograron salir a la calle, pero el resto, entre ellos tres niños, se resguardaron, a instancias de los bomberos, en una de las viviendas que dan al exterior. En cuanto el fuego fue extinguido, todos pudieron salir a la calle. Aunque nadie resultó herido de gravedad, dos mayores y dos agentes de la Policía Local de La Zubia tuvieron que se atendidos por inhalación de humo.
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El pasillo de la entrada del bloque se convirtió en unos segundos en una ratonera. La tensión y el caos obligó a desplegar un amplio dispositivo. Los primeros en acudir fueron los agentes de la Policía Local, seguidos de los bomberos, la Guardia Civil, Protección Civil y el 061. La calle se llenó de vecinos alarmados por los ruidos de la explosión del cuadro de luces. El gentío se amontonó en la calle, ubicada en el barrio de la Cañá de los Priscos de la localidad.
A las dos y cuarto de la tarde del martes 6 un estallido alarmó a los vecinos del edificio de la calle Santa Ana. Juan Miguel Garcés preside la comunidad de vecinos y llegó a su casa unos minutos antes. Como todos los días llamó a su niño para darle una vuelta en la moto. Cuando estaba en la calle con el pequeño escuchó los gritos de su esposa. Pensó que ella se había hecho un corte mientras preparaba la comida. Pero cuando accedió vio humo en la entrada del edificio y escuchó la explosión del contador de luces.
Tras dejar al niño a salvo en la calle con su madre intentó apagar el fuego con los extintores. Abrió las ventanas y las puertas para dispersar la humareda. Mientras, llegaron los bomberos, que resguardaron a quince vecinos, que no tuvieron tiempo de salir a la calle, en una de las viviendas que dan al exterior.
El joven Alejandro Diezma aún estaba, pasadas las cuatro de la tarde, quitando el agua del pasillo de la entrada. Pasaba a ver a su abuela cuando escuchó la explosión y vio que saltaban chispas del cuadro de luces. Entonces entró por la puerta de la cochera y corrió a avisar a su abuela y al resto de vecinos. Algo parecido le pasó a Antonio Rueda. Sus padres viven en el bloque y daba gracias porque «aunque ha sido aparatoso, no ha habido que lamentar daños personales».
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Tras el suceso, algunos de los vecinos optaron por abandonar el edificio para dormir en casa de sus familiares, ya que se quedaron sin luz y sin agua, porque la explosión rompió unas tuberías. Y otros, como Abel Barranco, estaban a la espera de que llegase el perito de su seguro para que hiciera una evaluación de los desperfectos, y poder irse a un hotel. También estaban a la espera de que llegara el perito del seguro de la comunidad. El agua estropeó también el parqué de algunas viviendas.
Aunque los vecinos estaban «tranquilos» porque no ha hubo daños personales, los daños materiales son importantes y les preocupa el tiempo que deben pasar fuera de sus hogares.
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