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La casa de los 14.975 libros

La casa de los 14.975 libros

Situada en el parque de la Encina, la Biblioteca Pública Municipal de La Zubia puede presumir de ser un espacio acogedor y concurrido. Sus 3.300 socios son la prueba clara de su atractivo, un número relevante para un pueblo en el que habitan 22.000 almas. Es un recinto cálido, bonito, estratégico y con mucha luz.

Inma Sánchez

Miércoles, 20 de abril 2016, 10:39

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Hace un año que su exterior creció al robarle el terreno a una pequeña placita medio abandonada, una decisión acertada que ha acostumbrado a los vecinos a asomarse a su puerta y pedir un libro o un dvd, estudiar, navegar en los ordenadores, leer o jugar. El exterior está también habilitado para disfrutar de la lectura y no faltan adolescentes estudiando y charlando en sus mesas de piedra cuando reina el buen tiempo. Destacan, asimismo, las reuniones que mantienen los miembros del Club de Lectura La Vieja Encina, quienes ávidos de historias diseccionan sin compasión cada volumen que pasa por sus manos.

Berta Megías Alcalde es la bibliotecaria y explica sorprendida cómo aumentó en 2011 el índice de lectura: "llegaron más socios, más lectores" y, sobre todo, destaca la asistencia de más hombres, "porque ahora son ellos quienes vienen con los niños", recalca. Dice que la crisis puede ser la causa de un cambio que convierte la biblioteca en un espacio aún más rico y creativo.

Con un fondo de biblioteca de 14.975 ejemplares, la realidad es que sus estancias ya se han quedado pequeñas lo que impide que puede recibir libros de particulares, "más que nada por falta de espacio", confiesa Alcalde.

Diplomada en Biblioteconomía y Documentación y licenciada en Documentación Megías Alcalde lleva 11 años trabajando entre sus paredes, primero como becaria y después como su máxima responsable. Lola Nieto, diplomada en Biblioteconomía, trabaja a tiempo parcial y es la encargada de las animaciones a la lectura que se hacen con los niños de los tres coles del pueblo, las guarderías y los institutos.

Asegura Berta Megías que es vital conocer el fondo de biblioteca y a "tu público, así se ven las necesidades y las demandas". Ella misma elige los libros que se adquieren, muchas veces a petición de los usuarios. Entre sus proyectos figura captar a los lectores más jóvenes y sueña también con impulsar sesiones de lectura para embarazadas. Imagina a los bebés en las barrigas de sus mamás escuchando historias, y se relame con la idea.

Asegura Megías que en la biblioteca hay libros para lectores de 0 a 99 años y que son los de 6 a 13 quienes más devoran, junto a la franja que va de los 45 a los 70. Los jovencitos de 14 a 19 años tienden a hacer un menor uso de las prestaciones, y solo realizan las lecturas obligadas por los centros educativos. Confiesa que la crisis hace que se lean y presten más libros, reduciendo el número de compras. Dice que mucha gente se asombra cuando se da cuenta de que "tenemos los libros que les interesan y que han ido comprando sin pensar que aquí los podemos prestar".

Megías lleva una rigurosa estadística de quién entra y sale por la puerta, si es mujer, niño, qué hace o qué préstamo reclama. Lo mismo con cada ejemplar. Tras el registro de entrada, procede el sellado, catalogación, tejuelado (signatura topográfica) y la ocupación en la estantería. Si se rompe, se restaura, si es posible. En caso negativo se regala o se elimina. Entonces se procede al espurgo, que implica su muerte y eliminación del fondo de biblioteca. A menos que alguien interesado lo pida para llevárselo a casa. Como un señor que salvó del espurgo total a un viejo y estropeado volumen sobre la primera televisión en color

 

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