Pedro Enríquez: "Si comienzas a escribir puede que algún día te sientas poeta"

El padre de Poesía en el Laurel es galardonado con el V Premio Internacional por su trabajo y su trayectoria

inma sanchez

Viernes, 19 de agosto 2016, 12:10

El editor y poeta granadino, padre del certamen zubiense, es reconocido por toda su trayectoria y por su trabajo con el V Premio Internacional de Poesía en el Laurel. Mantiene sentir una especial ilusión por ser en La Zubia , en el Laurel, "una apuesta personal realiza con gran esfuerzo". Agradecido, Pedro Enríquez recuerda los inicios del proyecto, empeñado como estaba en organizar propuestas culturales en Granada. Las propias del agitador de la cultura, como lo llamó un amigo y lo que siempre ha querido ser. De repente, llegó el momento perfecto; Mercedes Poyatos, la edil de Cultura de entonces fue receptiva a un proyecto nacido para promover la poesía: «un camino hacia el conocimiento», como él mismo la define. «Un árbol con distintas ramas: la estética, la política, la guerrillera o la que no dice nada».

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Escribe poesía desde siempre. Desde los nueve o diez años inventa cuentos «porque la literatura es la pasión y el motor de mi vida». Obsesionado por aunar todas las artes y crear actividades culturales, Enríquez no para. Su último espectáculo denominado Libera lo invisible, tuvo lugar en el Teatro García Lorca. Con danza contemporánea, arpas, poesía y sonidos de cuencos tibetanos y de cuarzo. Un acto innovador donde a través de la unión de los lenguajes de la palabra, Ia música y la danza, persigue la conexión con el ser profundo. Como su último trabajo, que centrado en la búsqueda de la espiritualidad, quiere integrar todas las artes bajo la premisa de que «cuando se unen y potencian producen un nuevo lenguaje».

Admirador de Miguel Hernández, Lorca, León Felipe y Juan Ramón Jiménez; Platero y yo y Cuentos de la Alhambra -regalo de su padre- han sido sus libros de cabecera. Defiende que el arte sigue siendo uno de los principales motores de transformación del ser humano; «sin el que nos sentiríamos huérfanos», confiesa. Admira profundamente a Rafael Guillén como "símbolo de los amigos y maestro de las voces poéticas más claras y rotundas de la lengua española".

Persiste en el poder de la poesía y en la necesidad de enseñarla. Dice que todas las veces que ha visitado algún colegio para hablarle a los niños de poesía, le han bombardeado a preguntas. Por eso reitera que "si comienzas a escribir puede que algún día te sientas poeta". Cree que el arte debe estar más cerca de los niños, en las escuelas.

Mantiene que el mundo está en constante transformación y que «nuestra generación ha conocido el mayor avance tecnológico de toda la historia de la humanidad en todos los aspectos, excepto en el conocimiento del hombre». Porque a su juicio, el hombre sigue cometiendo los mismos errores «desde Caín y Abel. Aunque ahora matamos más que nunca». Lamenta que el hombre sea el mayor enemigo de sí mismo, ya sea por política o religión.

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Recuerda la visita de Antonio Gala al pueblo como uno de los momentos más estelares de Poesía en el Laurel, donde el autor del Manuscrito Carmesí leyó sus Sonetos de La Zubia. Enríquez cuenta cómo contactó con el novelista. El periódico ABC publicó Sonetos de La Zubia y, a través de un amigo le envió un volumen de Historias de Arena, el libro que acababa de publicar, junto a un ejemplar de Sonetos de La Zubia y una carta. A partir de ahí surgió la posibilidad de que Gala visitara La Zubia. Otro momento relevante fue la visita del cantautor francés George Moustaki y la del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal.

Los artistas

Asegura que en Poesía en el Laurel se intenta valorar el trabajo de los artistas; y que se les remunera «aunque sea con poco». Insiste en que sin artistas el mundo estaría huérfano porque «las palabras trasforman el mundo». Piensa que «un solo verso nos puede transformar, porque puede no servir para nada o servir para todo». Confiesa que le apasionan las nuevas formas artísticas, «que me hacen comprender que la actividad del hombre no tiene fin». Por eso se obstina en crear algo nuevo, que no esté dicho, nuevas formar del lenguaje, porque «la poesía es la unión de las palabras que no están pensadas para unirse y juntas crear una nueva; y el arte en sí mismo». Reitera que el poeta es un gran observador y que «la mirada distinta es uno de los privilegios del que escribe poesía».

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Define su poesía como intimista ante lo que sucede a su lado. Como las vivencias cotidianas de Historias de arena, donde habla de la gente que le rodea, «con vidas tan o más importantes que la mía», señala. Lamenta, en definitiva, que a veces se tenga un concepto erróneo del poeta como de alguien fuera de la realidad, «cuando la poesía es precisamente algo cotidiano». Le encanta viajar y el enriquecimiento que implica tratar con otros artistas, conocer la obra y a la persona, "porque una cosa es la obra y otra la personalidad del poeta", declara. Dice que los premios cuando llegan son señales en el camino, que te animan de alguna manera a seguir ese camino, por entender que lo que se ha hecho es válido, "ya que a veces te asalta la duda de si estás en el camino". Con un currículum impresionante, confiesa estar orgulloso de las actividades que ha promovido. Como muestra de la labor emprendida recuerda que en la primera jornada de Poesía en el Laurel un señor le llevó el libro que le había dedicado hacía veinte años para que se lo firmase de nuevo. Y le confesó que "ha sido mi libro de cabecera. Yo no sabía leer y aprendí a leer con él", le comentó.

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